En el retorno de la democracia, en el año ’83, a sus 39 años, un ignoto dirigente provinciano enrolado en las filas del MAY, fue el orador designado para “hacerle la segunda” en un acto proselitista al líder del Movimiento de Afirmación Irigoyenista, el chaqueño Luis “Bicho” León.
Fue un acto en el Luna Park y ese desconocido que iba a hablar antes de escucharse la palabra de quien todos esperaban, podía haber pasado sin pena ni gloria, habida cuenta de que por esas épocas, León era el que tenía toda la prensa y el que encendía tribunas con su oratoria.
El Luna lucía repleto y las barras aturdían con sus cánticos, dejando apenas adivinar lo que se comunicaba desde el escenario a la espera del líder. Pero entonces el desconocido empezó a levantar la voz y a describir lo que todos callaban de la dictadura, al punto que en un momento culminante comparó a los militares de la época con los animales que escondían sus cagadas debajo de la alfombra.
El silencio que se había ganado fue quebrado por un estruendoso aplauso de los cuatro costados y ahí sí todos comenzaron a preguntar para saber quién era ese intrépido orador que se animaba a tanto, cuando la dictadura agonizaba pero solía mostrar sus garras.
Ese era César Norverto. Un dirigente que podía haber hecho carrera política a nivel nacional pero que eligió seguir en su provincia, ejerciendo su profesión de médico cirujano, reivindicando su pertenencia a su pago chico, Arata, cada vez que salía el tema.
Fue diputado, candidato a intendente en una recordada y reñida elección con Carlos Verna y se desempeñó también en la dirección del hospital Centeno, cuando aceptó dar su apoyo en una materia que dominaba como la de la salud.
Tuvo algún amigo famoso como el maestro folklorista Carlos Di Fulvio. El cordobés supo venir a General Pico a cantar pero también en plan sólo de visitar a su amigo.
Tuvo una extensa etapa de ciclista. Durante muchos años era habitual verlo rodar por las rutas circundantes en su bicicleta de carrera, época también en la que presumía de su buen estado físico.
En los últimos años, una dolencia lo alejó poco a poco de la vida pública. Falleció este viernes 1ro. de agosto. Lo despiden su esposa Mabel Carmen Rodríguez, sus hijos Cesar Braulio, Lía Mabel y Leandro Arturo, sus nietos, bisnietos y demás familiares que participaron con profundo pesar su fallecimiento.
Su despedida se realizó en la sala 1 de Corpico hasta las 16 y sus restos fueron inhumados en el Cementerio Municipal de Arata.
Fuente: Maracó Digital